lunes, 12 de noviembre de 2012


Es necesario preservar el patrimonio para generar identidad

Las grandes edificaciones devoraron las pequeñas

Como un libro abierto en el que se puede leer la historia y los acontecimientos más representativos de la ciudad debería ser la arquitectura de Medellín, el problema radica en que se le da más importancia a lo moderno y estético, desconociendo la relevancia de lo histórico y lo patrimonial.



Rosa María Pérez Rivas
rosampr77@yahoo.es

¿Conoció usted el edificio Gonzalo Mejía?, ¿siente que con su demolición se perdió una de las mayores obras de la arquitectura colombiana? Los ciudadanos de las nuevas generaciones ni siquiera tuvieron un contacto directo con el edificio, pero fue la memoria de algunos la encargada de exaltar y mitificar esa pérdida patrimonial que en la actualidad se considera desastrosa. Esta fue una obra de referencia arquitectónica, urbana y cultural de gran relevancia para la ciudad.
En un acto de “desarrollo arquitectónico acelerado”, en el año 1968, el Teatro Junín y el Hotel Europa (que unidos formaban el edificio Gonzalo Mejía) pasaron a la historia. La ciudad se sumergió en un “canibalismo” y como ley natural, las grandes edificaciones terminaron devorándose a las más pequeñas y antiguas.
Para comprender este hecho el profesor y arquitecto de la Universidad Nacional, Luis Fernando González, explica el concepto de desarrollo arquitectónico: “Se refiere a modelos que se deben seguir e implica que en el inconsciente y en el imaginario se piense en que nunca nos hemos desarrollado lo suficiente, ni terminaremos de hacerlo y ahí radica ese deseo apresurado de sobreponer sobre lo existente”.
El desarrollo arquitectónico debería ir de la mano de unas necesidades demográficas, económicas, sociales, culturales, ambientales, climáticas e históricas de una población en una época determinada, por tanto, no se trata de responder a un imaginario de modelos o modas para no quedarse rezagados.
Con la demolición del Gonzalo Mejía queda la evidencia que Medellín nunca tendrá un lugar cultural, con la misma capacidad para cubrir los eventos culturales más representativos de la ciudad como lo hizo el Teatro Junín en su época.




Respeto por la memoria

Para salvar del olvido y de la demolición, el pasado mes de julio, el Concejo de Medellín en el acuerdo Municipal Nº 23 de 2009, decreto Nº 0483, adoptó el Plan Especial de Protección de Patrimonio Cultural Inmueble del Municipio de Medellín. Con el fin de identificar, valorar, proteger, conservar, y asegurar la permanencia de los bienes inmuebles de valor patrimonial e interés cultural del Municipio de Medellín.
En el acuerdo se encuentran lugares, edificaciones e instituciones declaradas patrimonio cultural: cerros, lagunas, quebradas, iglesias, colegios, universidades, hospitales, centros comerciales, plazuelas, parques, fincas, cementerio, clubes, entre otros.
Ahora con el decreto se impedirá borrar los elementos que hacen parte de una ciudad: “el hombre puede guardar su memoria respetando el patrimonio porque son elementos didácticos que nos traen a la memoria las vivencias de la ciudad y de las diferentes generaciones”, dice el Director de la Fundación Ferrocarril de Antioquia, Álvaro Sierra, y agrega: “la gente de Medellín a lo largo de su historia no ha valorado el patrimonio que tenemos, no lo ha respetado, lo ha desconocido y la idea de un progreso acelerado y malentendido ha llevado a que se cometan grandes errores en la obras de la ciudad”.
Entre los errores que menciona el Director de la Fundación cabe destacar las demoliciones del Teatro Bolívar y el Teatro Junín; las casas de la calle Perú y Girardot, las casas del barrio Laureles y las casas de los Ángeles en Buenos Aires, para darle paso a los edificios.
Se rescata el esfuerzo de personas e instituciones que abogaron para que hubiese un acuerdo que se compromete a preservar el patrimonio. Pero el patrimonio no se debe limitar a un articulado. Tampoco debe ser impostado ni recitado como un discurso, debe ser interiorizado y vivido, debe fortalecer la identidad, la historia y la memoria de los habitantes, y ante todo debe permitir que los ciudadanos se apropien de él.


Qué se entiende
por patrimonio
El patrimonio puede precisarse de muchas maneras. En el caso de Colombia existe la Ley General de Cultura, Ley 397 de 1997, en el artículo 4º define que el patrimonio cultural de la Nación: “está constituido por todos los bienes y valores culturales que son expresión de la nacionalidad colombiana, tales como la tradición, las costumbres y los hábitos, así como el conjunto de bienes inmateriales y materiales, muebles e inmuebles, que poseen un especial interés histórico, artístico, estético, plástico, arquitectónico, urbano, arqueológico, ambiental, ecológico, lingüístico, sonoro, musical, audiovisual, fílmico, científico, testimonial, documental, literario, bibliográfico, museológico, antropológico y las manifestaciones, los productos y las representaciones de la cultura popular”.
En Medellín el patrimonio se puede ver reflejado en lugares como el Teatro Lido, el Museo de Antioquia, el Hospital San Vicente de Paúl, la Catedral Metropolitana; como también en el Festival de Poesía, el programa de Orquestas Sinfónicas Infantiles y Juveniles de las comunidades, la Feria Popular del libro y la lectura, entre otros.
Esto sin dejar a un lado el patrimonio comunitario que a juicio de Luis Fernando González permite que las personas se apropien del significado de patrimonio: “ellas comenzaron a valorar su entorno y su barrio. Ahora se camina hacia unos patrimonios en donde las personas exaltan sus lugares de memoria, de encuentro y de referencia”.
Para el profesor el patrimonio es polisémico y se tiene que construir de diferentes formas: “antes se exaltaba a los héroes de la patria, luego a los edificios que tenían que ver con los héroes de la patria, ahora son las personas quienes se encargan de establecer la importancia de lo que para ellos puede ser patrimonio”, dice González.





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