lunes, 12 de noviembre de 2012

La Montaña que Piensa



La Montaña que Piensa

Foto: Waldir Bolívar.

A 40 minutos del Parque Principal de Itagüí, en el corregimiento Pico Manzanillo, se encuentra La Montaña que Piensa. Para llegar hasta allí es necesario un recorrido por el barrio El Rosario, El Progreso y la vereda El Pedregal.

Rosa María Pérez Rivas


En geografía se define a las montañas como grandes elevaciones naturales de un terreno. Algunos consideran que en ellas está la más sublime de las cualidades que inspiran a los seres humanos. Para la religión es un lugar simbólico en el que se puede estar en presencia de Dios y, para los habitantes del municipio de Itagüí, referente de arte, cultura y entretenimiento.
Cuando los itagüiseños escuchan hablar de La Montaña que Piensa, expresan sentimientos íntimos que denotan lo orgullosos que se sienten con este proyecto, el cual busca promover el desarrollo cultural en la zona rural de Itagüí, establecer una relación con lo urbano, generar identidad y sentido de pertenencia en sus habitantes, para que estos participen de las diferentes manifestaciones artísticas que se ofrecen en el municipio.
El proyecto nació en 2005 coordinado por Gustavo Alberto Campos Gil, director de la Corporación Teatral La Tartana, que en busca de crear un espacio cultural y educativo para todos los habitantes, presentó una propuesta a la Administración Municipal de Itagüí. El objetivo era que ésta descentralizara la cultura y acabara con esas barreras económicas, territoriales y sociales que impedían que los habitantes del corregimiento Pico Manzanillo accedieran a las actividades artísticas y culturales que se realizaban en el municipio.
En 2008, bajo el apoyo de la Administración, se aprobó la iniciativa. Empieza la adecuación de una casa finca ubicada en la vereda El Pedregal, una de las ocho veredas que tiene el corregimiento —donde está ubicada actualmente la Montaña— y la construcción de una sala teatro.
La Montaña que Piensa y el teatrose inauguraronel 24 de octubre de 2009 como respuesta a lo que un día fue un sueño y “se inicia una búsqueda para construir nuevas dinámicas de participación social en el corregimiento”, dice Carlos Mario Posada, coordinador del Área Cultural de Itagüí.

Ejemplo de talento, pasión y servicio
Diego Alejandro Ossa Marín camina por la carretera destapada que sube a la Montaña. Al transcurrir unos minutos, niños y jóvenes se agrupan a su alrededor. Diego, artista plástico e historiador, es el profesor encargado de dictar el taller de Dibujo y Pintura. Él tomó la decisión de encontrarse con sus estudiantes, subir hasta la Montaña y cuando finalizan los talleres volverlos a llevar. “Es una manera de que sus padres se sientan tranquilos y les den el permiso a sus hijos para asistir”, dice Diego, que sin importar las condiciones de clima está siempre puntual a la espera de estos jóvenes artistas.
Su enseñanza se basa en la libertad; proporciona las técnicas de pintura y cada niño escoge su enfoque. “Trato de hacer una clase muy personalizada: al que le gusta el retrato lo trabaja, al que le gusta la figura humana lo hace, y así con cada estudiante”, afirma Ossa Marín. Además, realiza visitas a fincas aledañas a la Montaña, para que los jóvenes aprendan desde lo cotidiano y desde la diversión.
Estiven Pabón, participante del taller, recuerda el día que asistieron a la finca de un vecino en la vereda: “Cogimos cartón y aprovechando el pantano nos deslizamos durante un buen tiempo, la pasamos muy bien. Luego el profesor extendió sobre el suelo papel y nos dijo: El pintor no está supeditado a un lápiz o un carbón, cojan un vaso y junten cuatro colores de tierra y empiecen a pintar”, dice Estiven.
Con esa tierra los estudiantes dibujaron. Cada uno le agregaba lo que quería: hierba para los árboles, piedras para los ríos. El profesor no desaprovechó la oportunidad y empezó a explicarles la teoría del color. Estiven afirma que ese día aprendió mucho y lo hizo desde la recreación.
Este profesor empírico en las artes plásticas también se interesa porque sus estudiantes aprendan a ver y a escuchar. Cuando sale a caminar con ellos habla de la situación de violencia que se vive en el sector, con la idea de generar momentos de reflexión ante la problemática que se ha presentado en la vereda.
Para él lo fundamental es transmitir amor por el arte, la literatura, la historia, y asegura que la Montaña tiene vida desde la comunidad y desde su participación constante en las actividades que allí se realizan.

El futuro de la Montaña

El Municipio pretende que LaMontaña que Piensa sea en un futuro un lugar turístico. “Lo que buscamos, además, es que todos estos talleres que se dictan se conviertan en actividades productivas para que los participantes tengan su propio sustento y vendan sus creaciones a los turistas que llegan”, dice José Alberto Saldarriaga, ceramista y profesor de Sensibilización con el Barro.
En el teatro de la Montaña (con capacidad para 150 personas), por otra parte, continúan los eventos culturales el día sábado para darle oportunidad a los artistas locales e internacionales de socializar su proceso y el trabajo que han realizado: “Los eventos artísticos que allí se presentan son de calidad, es una estrategia para que las personas de la zona urbana se interesen en subir y en conocerla”, dice Jairo de Jesús Cárdenas, administrador de Proyectos de la Casa de la Cultura de Itagüí.
Cárdenas agrega que la cultura es algo que le aporta al ser humano y lo ubica en otra perspectiva, entregándole unos elementos y unas herramientas para mirar su entorno, mirarse a sí mismo y enriquecer su mirada desde lo estético y desde lo ético.
En La Montaña que Piensa el sentido de pertenencia, la búsqueda de valores, el interés y el amor por la cultura, le ha permitido a los habitantes de Itagüí mirar la vida y vivirla a través del arte.



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