La Montaña que Piensa
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Foto: Waldir Bolívar. |
A 40 minutos del Parque Principal de
Itagüí, en el corregimiento Pico Manzanillo, se encuentra La Montaña que
Piensa. Para llegar hasta allí es necesario un recorrido por el barrio El Rosario, El Progreso y la vereda El Pedregal.
Rosa María Pérez Rivas
En geografía se define a las montañas como grandes
elevaciones naturales de un terreno. Algunos consideran que en ellas está la
más sublime de las cualidades que inspiran a los seres humanos. Para la
religión es un lugar simbólico en el que se puede estar en presencia de Dios y,
para los habitantes del municipio de Itagüí, referente de arte, cultura y
entretenimiento.
Cuando los itagüiseños escuchan hablar de La
Montaña que Piensa, expresan sentimientos íntimos que denotan lo orgullosos
que se sienten con este proyecto, el cual busca promover el desarrollo cultural
en la zona rural de Itagüí, establecer una relación con lo urbano, generar
identidad y sentido de pertenencia en sus habitantes, para que estos participen
de las diferentes manifestaciones artísticas que se ofrecen en el municipio.
El proyecto nació en 2005 coordinado por Gustavo
Alberto Campos Gil, director de la Corporación Teatral La Tartana, que en busca
de crear un espacio cultural y educativo para todos los habitantes, presentó
una propuesta a la Administración Municipal de Itagüí. El objetivo era que ésta
descentralizara la cultura y acabara con esas barreras económicas,
territoriales y sociales que impedían que los habitantes del corregimiento Pico
Manzanillo accedieran a las actividades artísticas y culturales que se
realizaban en el municipio.
En 2008, bajo el apoyo de la Administración, se
aprobó la iniciativa. Empieza la adecuación de una casa finca ubicada en la
vereda El Pedregal, una de las ocho veredas que tiene el corregimiento —donde
está ubicada actualmente la Montaña— y la construcción de una sala teatro.
La Montaña que Piensa y el teatrose inauguraronel 24 de octubre de 2009 como respuesta a
lo que un día fue un sueño y “se inicia una búsqueda para construir nuevas
dinámicas de participación social en el corregimiento”, dice Carlos Mario
Posada, coordinador del Área Cultural de Itagüí.
Ejemplo de talento, pasión y servicio
Diego Alejandro Ossa Marín camina por la carretera
destapada que sube a la Montaña. Al transcurrir unos minutos, niños y jóvenes
se agrupan a su alrededor. Diego, artista plástico e historiador, es el
profesor encargado de dictar el taller de Dibujo y Pintura. Él tomó la decisión
de encontrarse con sus estudiantes, subir hasta la Montaña y cuando finalizan
los talleres volverlos a llevar. “Es una manera de que sus padres se sientan
tranquilos y les den el permiso a sus hijos para asistir”, dice Diego, que sin
importar las condiciones de clima está siempre puntual a la espera de estos
jóvenes artistas.
Su enseñanza se basa en la libertad; proporciona
las técnicas de pintura y cada niño escoge su enfoque. “Trato de hacer una
clase muy personalizada: al que le gusta el retrato lo trabaja, al que le gusta
la figura humana lo hace, y así con cada estudiante”, afirma Ossa Marín.
Además, realiza visitas a fincas aledañas a la Montaña, para que los jóvenes
aprendan desde lo cotidiano y desde la diversión.
Estiven Pabón, participante del taller, recuerda el
día que asistieron a la finca de un vecino en la vereda: “Cogimos cartón y
aprovechando el pantano nos deslizamos durante un buen tiempo, la pasamos muy
bien. Luego el profesor extendió sobre el suelo papel y nos dijo: El pintor no
está supeditado a un lápiz o un carbón, cojan un vaso y junten cuatro colores
de tierra y empiecen a pintar”, dice Estiven.
Con esa tierra los estudiantes dibujaron. Cada uno
le agregaba lo que quería: hierba para los árboles, piedras para los ríos. El
profesor no desaprovechó la oportunidad y empezó a explicarles la teoría del
color. Estiven afirma que ese día aprendió mucho y lo hizo desde la recreación.
Este profesor empírico en las artes plásticas
también se interesa porque sus estudiantes aprendan a ver y a escuchar. Cuando
sale a caminar con ellos habla de la situación de violencia que se vive en el
sector, con la idea de generar momentos de reflexión ante la problemática que
se ha presentado en la vereda.
Para él lo fundamental es transmitir amor por el
arte, la literatura, la historia, y asegura que la Montaña tiene vida desde la
comunidad y desde su participación constante en las actividades que allí se
realizan.
El futuro de la Montaña
El Municipio pretende
que LaMontaña que Piensa sea en un futuro un lugar turístico. “Lo que buscamos,
además, es que todos estos talleres que se dictan se conviertan en actividades
productivas para que los participantes tengan su propio sustento y vendan sus
creaciones a los turistas que llegan”, dice José Alberto Saldarriaga, ceramista
y profesor de Sensibilización con el Barro.
En el teatro de la Montaña (con capacidad para 150
personas), por otra parte, continúan los eventos culturales el día sábado para
darle oportunidad a los artistas locales e internacionales de socializar su
proceso y el trabajo que han realizado: “Los eventos artísticos que allí se
presentan son de calidad, es una estrategia para que las personas de la zona
urbana se interesen en subir y en conocerla”, dice Jairo de Jesús Cárdenas,
administrador de Proyectos de la Casa de la Cultura de Itagüí.
Cárdenas agrega que la cultura es algo que le
aporta al ser humano y lo ubica en otra perspectiva, entregándole unos
elementos y unas herramientas para mirar su entorno, mirarse a sí mismo y
enriquecer su mirada desde lo estético y desde lo ético.
En La Montaña que Piensa el sentido de
pertenencia, la búsqueda de valores, el interés y el amor por la cultura, le ha
permitido a los habitantes de Itagüí mirar la vida y vivirla a través del arte.
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