Indiferencia
social ante desprotección de menores
Aumenta explotación sexual de niños y niñas en Medellín
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Ante la falta de alternativas, sobre todo,
las niñas y las jóvenes terminan cediendo a las ofertas de los actores armados. Ilustración Jorge Santos.
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Es necesario fortalecer la ley y mejorar las condiciones
de vida en las comunidades vulnerables, para que los niños, las niñas y los
jóvenes de Medellín lleven una vida íntegra, como lo consagra la Constitución.
Rosa María Pérez Rivas
La sociedad tiene los ojos vendados frente a un problema
cada vez más latente: el abuso a los niños y las niñas en Medellín. Explotación
sexual, inicio de prostitución y venta de la virginidad son casos que se
denuncian en algunos barrios, principalmente en las Comunas 1 y 3.
Además de lo anterior, desde 2007 a la fecha, se
aumentaron los casos de abuso sexual, en donde las niñas y los niños son los
principales afectados. Es así como el Instituto Colombiano de Bienestar
Familiar, ICBF, registró 6.409 denuncias sobre abuso sexual infantil en
Colombia, en el 2008.
En el caso de Medellín, al Centro de Atención Integral
a Víctimas de Abuso Sexual (CAIVAS), se presentaron, en el 2008, 1.590 casos,
de los cuales en el 78 por ciento estaban involucrados menores. Para 2009, la
cifra aumentó, se contabilizaron 2.253 casos, de los cuales 1.399 tenían que
ver con abusos a niñas y 253 a niños. En lo que va corrido de 2010 se cuenta
435 casos, en donde 320 involucran a niñas y 46 a niños. (Ver tabla).
Aunque las estadísticas indican que son más abusadas
las niñas que los niños, estas cifras podrían cambiar. Consuelo Zapata,
psicóloga de Intervención Clínica del ICBF, dice que escucha con frecuencia la
angustia de los niños que callan, por largo tiempo, que fueron víctimas de
abuso sexual.
Muchas veces, bajo condiciones de extrema violencia
física o alta manipulación afectiva y económica, los niños son obligados a
guardar el secreto, porque si se informa a la familia o a las instituciones
esta situación, su masculinidad se pondría en duda. En cambio, según ellos, la feminidad
de las mujeres cuando son víctimas de abuso sexual, no se ve disminuida. “Son
muchos los niños varones que expresan: a las mujeres las violan y siguen siendo
mujeres, en cambio a nosotros los hombres nos violan y la gente nos dice que ya
no somos hombres”, dice Consuelo.
Como causa principal de tal panorama, el Instituto
Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF), Corporación Amiga Joven y la
Corporación Convivamos, entidades encargadas de velar por la protección,
promoción y restauración de los derechos de los niños, coinciden en que esas
situaciones de abuso se presentan por la desprotección a la que se somete a los
menores, quienes están creciendo sin la supervisión adecuada de sus padres.
Esto hace que ellos sean más vulnerables a vivir todo tipo de situaciones que
no están basadas en el respeto.
Venta de la virginidad
La Corporación Convivamos, con sede en la Comuna 1 de
Medellín, señala que en los barrios de esta parte de la ciudad, se aumentó la
venta de virginidad en niñas entre los 8 y los 10 años. “Nos enteramos que la
virginidad de las niñas y las jóvenes está siendo subastada entre los actores
armados”, afirma Clara Ortiz, psicóloga de la Corporación.
“Ud. es que es boba de dárselo a cualquier bobo en un
rastrojo, ¡Cobre por eso! ¡Es lo mismo!”. Son expresiones comunes que se
escuchan entre las jóvenes de las Comunas 1 y 3 de Medellín, con el fin de
convencer a otras niñas de vender su virginidad.
Es así como algunas jóvenes inducen a sus vecinas,
menores de edad, a venderles “su primera vez”. Quienes hacen las ofertas son
los narcotraficantes y los paramilitares, quienes pagan hasta cuatrocientos mil
pesos por las niñas que acceden a la propuesta. “Utilizan a las adolescentes
para sus orgías, como en la época de Pablo Escobar”, afirma Clara.
Es común que “el duro del combo” se enamore de una
joven, la persiga o la seduzca durante algún tiempo; ella por gusto o por
presión termina aceptando la propuesta de negociar su virginidad. “Finalmente
cuando la chica tiene 17 años, ya está muy vieja, él la deja, y ésta se
convierte en la pareja sexual de los demás integrantes de la banda”, dice la
psicóloga de Convivamos.
Así mismo asegura que durante la desmovilización de
los paramilitares, algunas jóvenes fueron a fincas donde ellos estaban, con el
pretexto de acompañar a sus amigos que estaban en el proceso, pero en realidad
iban a prestar servicios sexuales. Al regreso las chicas tenían motos, plata,
ropa a la moda y celulares de última generación.
El acercamiento, entre las niñas y los actores
armados, se da a través de las chicas que ya están vinculadas a las redes de la
venta de virginidad. Ellas observan a niñas de 8, 9 y 10 años, preferiblemente
solitarias, además vulnerables y desprotegidas, para invitarlas a participar en
el negocio. Convivamos conoció el caso de una joven de 15 años que trabaja como
prepago y comercia con la virginidad de sus vecinas convenciéndolas del buen
dinero que pueden obtener.
Pero no sólo en las calles se presenta
esta situación. Algunas instituciones educativas también son espacios propicios
para iniciar a las niñas en las redes de explotación sexual. En noviembre del
año pasado, Clara Ortiz, se enteró que en un colegio de la Comuna 3 existía una
red de prepagos y algunos docentes, conociendo la situación, estaban accediendo
a los servicios de sus estudiantes.
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Ante la falta de alternativas, sobre todo,
las niñas y las jóvenes terminan cediendo a las ofertas de los actores armados.
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Razones de peso
Las condiciones familiares, las carencias afectivas y
materiales son las causas de que muchas jóvenes negocien y vendan su cuerpo.
Ante la falta de afecto y reconocimiento por parte de sus padres, profesores y
amistades, algunas menores se dejan seducir por las ofertas de los integrantes
de los “combos” en los barrios o asumen los modelos de identificación que los
medios de comunicación proponen: “nuestras niñas tienen tres profesiones:
modelos, profesoras o psicólogas, pero en ellas está muy arraigado la
apariencia. Todas ellas se organizan las uñas, se tinturan el cabello, así no
tengan nada que comer en la casa”, dice Clara.
Otro factor que influye es el comportamiento de las
niñas. Ellas no son autónomas al momento de tomar decisiones, sino que están a
la merced del “duro del combo” que les hace pensar que él es el único que las
quiere, que las ve atractivas y que está dispuesto a defenderlas. Y está el
factor basado de la dominación sobre el otro: el más joven es más vulnerable,
el que tiene menos experiencia, menos argumentos y menos criterios para
defenderse o decir no.
Alternativas para mitigar la problemática
Frente a tal situación, la Corporación Amiga Joven
adelanta un programa de prevención en los colegios de los barrios populares de
la ciudad. Bajo el lema: “Micuerpo, tu respeto, la inocencia no tiene precio”,
se pretende “sensibilizar a las jóvenes para que no ingresen a ningún tipo de
red de explotación sexual, a que respeten su cuerpo, todo esto desde la
promoción de los derechos humanos y la equidad de género; con estas
capacitaciones queremos ofrecerle a nuestros niños y niñas alternativas
diferentes a las que les ofrece el medio”, dice María EdiliaGañal, directora de
la Corporación.
Así mismo la Corporación Convivamos trabaja con niñas
y jóvenes en la promoción de los Derechos Humanos y en fomentar la solidaridad
hacia los niños y la mujer para que ellos se preocupen por sus espacios y por
su desarrollo como persona.
Aún cuando la labor de las corporaciones es
rescatable, la sociedad sigue en deuda con los niños y jóvenes. Frente a cifras
tan alarmantes como las del año pasado en Medellín, en donde se presentaron
2.253 violaciones sexuales, todavía no se hace visible la corresponsabilidad de
la que habla el artículo 44 de la Constitución, cuando promulga: “La familia,
la sociedad y el Estado tienen la obligación de asistir y proteger al niño para
garantizar su desarrollo armónico e integral y el ejercicio pleno de sus
derechos”.
La familia, la sociedad, y las instituciones
educativas tienen en sus manos la responsabilidad de que un niño desarrolle su
proceso de crecimiento, basado en el amor, la dignidad y el respeto; mientras
estas instituciones insistan en mantenerse indiferentes y los artículos en
quedarse plasmados sobre el papel, la infancia seguirá siendo un asunto
relegado a abusadores y explotadores que dejarán en ellos irremediables
consecuencias.
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