lunes, 12 de noviembre de 2012


Una sociedad que permite que los niños aguanten hambre los maltrata
Comer: costumbre de muchos, anhelo de otros


Rosa María Pérez Rivas
rosampr77@yahoo.es


Las condiciones deplorables en las que viven muchos niños en Colombia los hacen más vulnerables a la desnutrición.

“Creo que los niños que no comen se van a volver piedras”, dice Laura Restrepo en su cuento Jan desnutrido. Andrea, por el contrario, piensa que cuando deja de consumir alimentos puede llegar a convertirse en fuego: “cuando no como y me acuesto con hambre siento que me quemo”, dice.
En el centro oriente de Medellín, comuna 8, barrio Enciso, en un sector conocido como Coco Hondo, cerca del Parque Biblioteca La Ladera, se encuentra la casa de la familia Ortiz G*.
Cuando se ingresa a esta vivienda la luz y la claridad del día pierden su resplandor, sólo es posible observar una irradiación tenue que ingresa por los agujeros del techo que ya han intentado cubrir con pedazos de madera vieja, para evitar que por allí entre la lluvia, el frío y hasta el sol. Al fondo de la vivienda hay una niña sentada, Andrea: es delgada, está retraída y llora. Su cabello es negro y largo, parece de 12 años, pero en realidad tiene 15.
Este es uno de los rasgos que caracteriza a una persona con problemas de desnutrición. La profesora de la U. de A. y coordinadora del grupo de investigación en Alimentación y Nutrición Humana, Claudia Velásquez, afirma que no comer de manera adecuada y estar en situación de hambre afecta el crecimiento físico de los niños, por eso es posible ver niños más delgados y más pequeños en relación con sus edades.
Lo anterior trae consecuencias graves en el desarrollo integral de un individuo, como en el caso de Andrea: porque así como su parte externa no creció todo lo que podía, menos sus órganos internos. Claudia Velásquez explica, por ejemplo, que los músculos sin grasa pierden tamaño y fuerza, el hígado no funciona con todo el potencial que debería tener y el corazón al no tener la suficiente energía y proteína se queda pequeño.
El rebusque diario
Antes de levantarse, Patricia piensa qué les va a dar de comer a sus hijos: Andrea, David y Jennifer. Esa es su preocupación permanente. A veces cuenta con cinco mil pesos para comprar el desayuno, el almuerzo y la comida del día, otros días “hay que aguantar”, dice.
Pero esto no es suficiente para unos niños que necesitan consumir lácteos como mínimo tres veces en el día, dos porciones de carne, frutas, verduras, harinas y grasas. La carencia de estos alimentos produce en ellos anemias, desaliento, baja capacidad física y falta de concentración en el proceso de aprendizaje.
Por eso, la nutricionista Claudia Velásquez llama la atención: “un niño por ser bajito y no tener suficiente fuerza física no va a ser ni el gran ingeniero, ni el gran profesional. Esas son las huellas que deja el hambre y la desnutrición”.
La situación de esta familia no da para tanto aguante. Jennifer y David salen al rebusque para saciar su hambre. La niña hace los mandados a sus vecinos y ellos le dan quinientos o mil pesos. Con eso compra arepas para la casa porque “para chocolate no alcanza”, dice.
Su hermano en cambio se va de la casa cuando no encuentra comida: “David no aguanta, él se fue desde ayer del desespero. Tenía mucha hambre y yo no tenía nada que darle, entonces me dijo que iría donde un amiguito para rebuscársela y no ha llegado”, dice Patricia.
Estas son algunas de las manifestaciones de la violación a un derecho fundamental de los niños: la alimentación. Para Claudia Velásquez es una forma de maltrato: “El alimento no son sólo calorías. Alrededor del mismo hay cariño, hay una estructura social. Un niño que tiene y pasa por etapas de hambre y se acuesta a dormir temprano para no sentir el dolor, está siendo maltratado, no por parte de los padres, sino por parte de una sociedad que permite que esos niños tengan hambre”.
Condiciones inadecuadas

La casa es grande, pero está en malas condiciones. Las habitaciones tienen humedades, es fría y oscura; el piso está desnivelado y las baldosas quebradas. El agua se la pasan los vecinos y la luz la tienen suspendida. En estas condiciones vive la familia Ortiz G.
Además de los problemas de hambre, una vivienda sin condiciones dignas para vivir, puede afectar la salud de quienes la habitan. Para el doctor Santiago Ospina Fonnegra las precarias condiciones son propicias para la aparición de enfermedades en la piel, respiratorias y diarreicas; parasitosis y anemias.
Sumado a lo anterior, el médico señala que “el 43% de nuestra población vive en pobreza absoluta (un ingreso de menos de un dólar per cápita diario), no cuentan con los servicios públicos básicos (...) y la difícil consecución de los alimentos  adecuados para una dieta balanceada, hacen que los niños colombianos sean más vulnerables a la desnutrición en alguna de sus manifestaciones como el bajo peso, la talla baja y/o la desnutrición aguda que a su vez tiene diferentes grados de gravedad”.
Esta es la situación de la familia Ortiz G., que hace parte del 23.3% de los hogares de Medellín que aguantan hambre, según el Perfil Alimentario elaborado por MANÁ y la Universidad de Antioquia en 2005. Sin embargo, Patricia no vive esto como un dato estadístico, para ella el hambre es la muerte: “porque una persona que no come no puede dormir, se desvela, no le da sueño y eso es como estar muriendo”.

* De acuerdo con la Ley de la Infancia y la Adolescencia se cambiaron los nombres de los protagonistas y los apellidos de la familia.

 Comer poco afecta el crecimiento corporal y el desarrollo intelectual de las personas, especialmente de los niños.

Identificación física
de un niño desnutrido
Un niño con desnutrición puede presentar una o varias de las siguientes manifestaciones: pelo seco y quebradizo que se cae con facilidad; su piel es seca, fría, costrosa y arrugada; las uñas son quebradizas, sin brillo y crecen poco; presenta disminución de la visión y sus ojos son hundidos; también presentan mejillas deprimidas, enrojecimiento en mucosas y encías sangrantes. En general se ve delgado, las costillas y columna demarcadas, el abdomen inflado y el hígado crecido, las extremidades se ven hinchadas, por lo menos en el dorso de los pies, además presenta signo del pantalón caído (sin musculatura en glúteos).


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